Tipos de instalaciones fotovoltaicas. ¿Cuál es mejor para mí?
Las instalaciones fotovoltaicas son sistemas que convierten la energía solar en electricidad. Un sistema compuesto por paneles solares que contienen células fotovoltaicas que absorben la radiación solar y la convierten en corriente eléctrica continua. Por medio de un inversor, esta corriente se convierte en corriente alterna para su uso en el hogar o la industria.
A su vez, esta instalación también puede incluir un sistema de almacenamiento de energía (baterías) para su uso durante la noche o en días nublados. Las instalaciones de este tipo son una forma de energía renovable y limpia que contribuye a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y la dependencia de combustibles fósiles.
¿Cuáles son los tipos de instalaciones fotovoltaicas?
En el mercado actual, tienes a tu disposición varios tipos de instalaciones fotovoltaicas con diferentes características. Te mostramos a continuación los tres que son más habituales y que se pueden emplear tanto a nivel doméstico como empresarial.
Con conexión a la red
Las instalaciones fotovoltaicas con conexión a la red son sistemas de generación de energía solar que se hallan conectados a la red eléctrica convencional. Estos sistemas constan de paneles solares, inversores y medidores y su función es la de convertir la energía solar en electricidad para usar en hogares o en industrias.
Cuando las instalaciones generan más energía de la que consumen, la electricidad excedente se envía a la red eléctrica y se compensa en la factura de electricidad. Por otro lado, cuando las instalaciones no generan la suficiente energía, la electricidad adicional se toma de la red eléctrica.
Con conexión a la red y una batería externa
Las instalaciones fotovoltaicas con conexión a la red y una batería externa, por su parte, consisten en paneles solares que convierten la energía solar en electricidad. A esto se le añade un inversor que transforma la corriente continua generada por los paneles en corriente alterna para poder ser utilizada en hogares y empresas.
La batería externa permite almacenar la energía generada por los paneles solares para utilizarla en aquellos momentos en los que no hay sol, especialmente de noche o durante los días nublados.
Sin conexión a la red
Por último, las instalaciones fotovoltaicas sin conexión a la red son sistemas que emplean paneles solares para generar electricidad en lugares aislados o sin acceso a la red eléctrica convencional. Estos sistemas se componen de un conjunto de paneles solares que convierten la energía solar en corriente continua, la cual es almacenada en baterías para su uso posterior.
A diferencia de los tipos anteriores, las instalaciones que no tienen conexión a la red no requieren de un inversor para convertir la corriente continua en corriente alterna. Es por esto que resultan ideales para su instalación en zonas remotas o aisladas (casas de campo, refugios de montaña, autocaravanas, etc.).
¿Qué ventajas e inconvenientes tiene cada una?
Las instalaciones fotovoltaicas con conexión a la red son cada vez más populares debido a su eficiencia y ahorro de costes a largo plazo. Además, su contribución a la hora de reducir la huella de carbono es máxima. Un sistema que proporciona la mayor independencia energética con un bajo mantenimiento.
Hasta el momento, el principal inconveniente de estos sistemas era su inversión inicial elevada. Sin embargo, desde hace unos años ya es posible acceder a las ayudas y subvenciones que establecen las Comunidades Autónomas para que los costes de la instalación sean mucho más reducidos y asequibles.
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En muy poco tiempo, comprobarás que este sistema es el más eficiente tanto para tu hogar como para tu empresa. Disfrutarás de un ahorro sin precedentes en tu factura de energía y reducirás al mínimo tu impacto ambiental.
